–
La derrota de Xóchitl es poca cosa frente a la derrota de los tres partidos históricos que la apoyaron, ¿qué no se da cuenta? Claramente, no. Porque todo se trata de ella. Se pasó meses y meses hablando de sí misma sin aburrirse. Meses y meses con la boca abierta, riéndose, divertida de sus propias ocurrencias, asumiéndose la más inteligente, la más viva, el mejor ejemplo para los niños, la mejor preparada.
–
Hizo un año consecutivo de campaña sin citar a un solo autor, sin hablar de un solo libro, sin poder concretar un sólo proyecto, una sola idea y hablando y hablando mucho, de sí misma, de lo grandioso que es. Reaparece quince días después de que fue humillada en las urnas para decirle a México que ya lo superó. Cuánta ligereza, cuánta mediocridad. Viene a repartir culpas quien no supo armar un proyecto mínimo, medianamente razonable; la que no supo qué era la autocrítica e intentó engañar al país con encuestas de Massive Caller.