Espionaje y derecho global

Posted on noviembre 24, 2013, under Internacional, Nacional.

Por Rafael Domingo Oslé.*

Las sobrecogedoras noticias sobre el espionaje internacional americano han dado la vuelta al mundo. Y no podía ser menos. De que existía pesquisa secreta, vigilancia oculta, averiguación sigilosa, investigación clandestina por parte de los países más poderosos, no cabía la menor duda. Pero quizás muchos no imaginaban, no imaginábamos, la magnitud y alcance del espionaje americano. Una vez más, la regla de que todo lo que puede pasar pasa se ha cumplido a pies juntillas. Si se puede intervenir el teléfono de cualquier persona, ¿por qué no se va a poder intervenir el móvil de Merkel, Maduro o incluso del mismo Obama? Es una cuestión técnica, política, en donde la ética parece que no juega ningún papel.

Eso de que el fin no justifica los medios, es decir, que los comportamientos concretos han de ser nobles por sí mismos al margen de la intención, es una regla moral que nunca ha sido tomada en serio en política en momentos de incertidumbre y sufrimiento colectivo. Ahora, sin embargo, en que los medios son tan sofisticados y producen unos resultados tan eficientes, se hace más necesario que nunca aplicar a rajatabla el principio. No, no se puede, no se debe torturar para conseguir información por más que dicha información sea del más alto valor para la consecución de un objetivo legítimo como es la seguridad de un país. No, no se puede, no se debe acudir al espionaje saltándose a la torera el más elemental derecho a la intimidad de las personas con el fin de luchar contra el terrorismo internacional. Acudiendo a estos medios ilícitos, se obtiene información, se cumplen objetivos, sí, pero se pervierte, se envilece, se degrada la propia condición humana. El lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Japón sirvió para zanjar la Segunda Guerra Mundial -el fin era bueno- pero dejó a la humanidad lastrada moralmente, herida de muerte, con semejante acción bélica.

Era el americano un liderazgo indiscutible, nacido precisamente de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, y legitimado por la comunidad internacional por la vía de los hechos. Se trataba de lo que técnicamente se llama una legitimidad de ejercicio. El poder lo tiene quien lo ejerce, y si la comunidad internacional no lo cuestiona, la legitimidad se impone como un hecho que se da por supuesto. Difícilmente se entiende la historia de los últimos 70 años sin el protagonismo internacional de los Estados Unidos. Son muchas vidas, mucha energía, muchos dólares los que se han gastado en ese país para que el mundo goce de la seguridad que hoy existe. Insuficiente a todas luces, pero real. Creo que esto nadie lo cuestiona. Me parece, sin embargo, que ha llegado el momento de dar un paso adelante en la Historia y pasar página. Han sucedido en el mundo muchas cosas después de la Segunda Guerra Mundial y el orden internacional que de ella resultó se encuentra ya en fase de decadencia. Sería, por tanto, un error considerarlo un punto de partida irreversible.

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